25.4.09

RELATORIA CAFE 17.04 (II)





La primera etapa de la clase se nos propuso un juego a todos juntos.

Primera etapa del juego:

Cada uno recibía o bien una serie de imágenes de una obra, sin referencias ni texto, o bien un texto descriptivo sobre una obra, sin ninguna información gráfica. A los que les había tocado el texto debían producir imágenes y viceversa.

Segunda etapa del juego:

Los materiales producidos, tanto gráficos como textos eran redistribuidos aleatoriamente entre los alumnos y se les pedía que a partir de estos de nuevo hicieran gráficos los que recibían textos y que describieran en palabras a los que recibían dibujos.

Esta mecánica se repitió sistemáticamente algunas veces.

Tercera etapa del juego:

se enchinchó el material producido ordenándolo desde el material original cronológicamente hasta el último producido durante el juego. Y se analizo la evolución de la información a través de los distintos intérpretes.

Durante esta etapa de análisis intercambiamos experiencias sobre el juego, como por ejemplo...¿al que le tocó dibujar una obra que ya conocía mas allá de la descripción, la dibujaba abstrayéndose de su experiencia previa, haciendo caso solamente a lo descripto en el texto o debía agregar cuestiones tal vez no mencionadas en el texto pero presentes en el recuerdo de la obra?

Segunda etapa de la clase: separados en dos mesas. Aquí se describen los temas de la mesa de Marina.

También discutimos sobre cómo se debería describir una obra de arquitectura. A través de su estructura, de las sensaciones, del significado político o artístico de la obra.

Analizamos memorias descriptivas de la facultad de concursos. Memorias hechas antes que la obra. Una vez ya inaugurada. Varios años después de su construcción. Nos preguntamos cuando debería uno escribirla. Si debe ser esta disparador de ideas y un rumbo a seguir o una descripción al final de la obra para complementar las imágenes de una publicación.

Surgieron preguntas interesantes como:

¿Debería una obra entenderse por sí misma?

Martín Balaciano