3.5.10

ULTIMAS RELATORÍAS 09.04 Y 16.04

VIERNES 09.04

Tras el fugaz recorrido por el Hospital Cosme Argerich, el complejo habitacional Catalinas Sur y la visita a la escuela Nº8 de Carlos Della Penna, llegamos a PROA a fin de visitar la muestra “El universo futurista”. Al entrar en la primera sala, lo que más me sorprendió fue encontrar esos “cuasi-instrumentos”, las máquinas de ruido (intonarumori) de Russolo. Mientras el guía nos hacía escuchar “la música del futuro” y explicaba los intentos de Russolo por llevar las teorías futuristas sobre la música a la práctica, los sonidos no dejaban de ser para mí muy familiares. Me recordaron casi automáticamente al Poème électronique de Edgar Varèse, la conocida composición para el Pabellón Philips de Le Corbusier.

Más tarde, Google mediante, encontré un artículo donde se mencionaba la relación entre Edgar Varèse y las 12 actuaciones de Russolo y Marinetti orquestando aquellas máquinas de ruido. Dichas actuaciones habían causado gran controversia entre los compositores, aún hasta los años 20, tal es así que en 1929 Varèse una serie de máquinas de ruido similares a las de Luigi Russolo, entre ellas: el rumorarmonio, el noise armonium y el Russolo-Phone.

Ahora bien, entiendo el movimiento futurista como una respuesta a la sobreproducción tecnológica que se impone durante la modernidad, como una visión del mundo que sobreviene a la época. La máquina de ruido de Russolo “perdura aún después de su muerte” como dicta algún manifiesto futurista, en las reproducciones de Edgar Varèse y hasta nuestros días, en la música clásica contemporánea o las posmodernas improvisaciones del Noise.



Para los que quieran volver a escuchar el poema electrónico: http://www.youtube.com/watch?v=WQKyYmU2tPg



Y para los que prefieran el Noise:

http://latinoise.blogspot.com/



DANA SAEZ





El recorrido fue muy interesante, empezando por las viviendas, luego la iglesia y la escuela, se encontraban dentro de un lugar como apartado del barrio por la envolvente de los árboles, porque no se mas que los edificios que forman el conjunto mas alguna torre, los edificios que funcionan como un conjunto, tenían una arquitectura muy linda, con mucha coherencia en los pensamientos y el lenguaje que los diseños querían dar, los parques que los limitaban daban una sensación de paz y tranquilidad así como visuales hermosas.

Hubiese sido interesante entrar a la iglesia, para conocer un poco mas su arquitectura, y la vista que se presentaba desde el interior hacia el verde que estaba fuera de ella; la escuela presentaba un gran diseño para chicos que al mismo tiempo no causaba problemas para la circulación de personas mas altas, igual se la veía algo maltratada, con un buen mantenimiento seria mucho mas linda de lo que es ahora, en parte marca lo que es la boca, si bien no se pierde las cosas de los murales, los muñecos, en el mismo barrio, un barrio lindo que conserva como pocos, construcciones muy antiguas, se esta deteriorando se esta cayendo.

En la fundación PROA, el tema del futurismo sirve para aprender más sobre los pensamientos de los artistas y poder entender más sobre las cosas que los llevaban a hacer cada una de sus obras, aunque también se volvió medio aburrido ver cuadro por cuadro, principalmente porque me llamaba mas la atención la arquitectura de la fundación.

Lamentablemente no llegamos a tomar el café para poder discutir sobre el recorrido con todos, pero ojala todas las clases sean así de poder ir a visitar lugares de la provincia, que capaz que uno no conoce o no se da cuenta la riqueza de los mismos.



SEBASTIÁN RUIZ







El ¨paseo¨ arquitectónico siempre es algo entretenido, mas si es en horario de clases. Cuando uno lo practica seguido y dentro de su ciudad, tienden a agotar los itinerarios y encontrar un lugar nuevo para visitar es una buena noticia. Teletransportarme en el 152 a la boca fue algo sencillo, el recorrido por catalinas fue fugaz pero pesado, para ser sincero no lo conocía ni de nombre, al final de este complejo 60toso me encontré con una agradable sorpresa, una escuela publica de lo mas copada! Me hizo acordar a las escuelitas de jacobsen (si el de la silla). La entrada de luz cenital super proyectada es algo re jacobsen, recuerdo un corte de el muy parecido, pero lo mejor lejos es el reloj del pasillo, otro diseño que me recordó a nuestro amigo escandinavo. No se si se comento el parecido de esta escuela con muchas características de la obra de jacobsen asi que no quería perder la oportunidad para decirlo.

Al final del paseo estaba planeado lo mejor, una visita al PROA asi que fui de lo mas relajado a la ribera del riachuelo. Al rato me encontré adentro del ¨paquete y moderno¨ museo de la fundación PROA, adonde había olor a libro nuevo. Adentro se recordaba al movimiento futurista por medio de una muestra, bastante completa. La fascinación por las maquinas, las armas y el progreso ilimitado es algo propio de los futuristas, y poniéndome en el lugar de sus contemporáneos debo admitir que era algo tentador, sentir esa fascinación de estar viviendo en el presente que todos se imaginaron como el futuro.

Haciendo foco en la arquitectura y la ciudad, la metrópolis acristalada y la estética fabril que adoptaron los futuristas no era una novedad, es cierto, (alguien lo insinuó en el museo) pero si era necesario creo yo, ya que el imaginario colectivo veía a la ciudad “moderna” con esos yeites que no se podían negar dentro de su juego, casi infantil, de la vida de ciencia ficción hecha realidad.

A medida que avanzaba dentro de la muestra recordé al escritor Ernst Junger (antes de dedicarse al lsd en los 60s lucho de voluntario en la primera guerra mundial, mas futurista que eso no hay!!) y trataba de imaginarme que pensaba sobre los futuristas, ya que encontré muchos temas de interés de estos que vi transmitidos de una manera mas clara por los escritos de Junger, una celebración de la occidentalidad!! Procure apenas salí de Proa acordarme de buscar el libro de junger que tenia tirado por ahí y así compartir un fragmento:



“En el estrecho furgón donde va el material chirrían los fusiles y los cascos al chocar; los motores entonan su canto salvaje, y ese canto se apodera de nuestros sentidos con mayor fuerza que ninguna marcha militar; parece el latido de un corazón de acero que nos conduce hacia el Peligro. Tal vez los motores quieran decirnos lo siguiente: «Nunca, en ninguna época, han partido hacia la batalla los seres humanos como lo hacéis vosotros, que vais montados en máquinas extrañas y en pájaros de acero y que avanzáis ocultos detrás de muros de fuego y nubes de gas letal. La Tierra ha engendrado animales terribles, provistos de fuertes defensas; pero ninguno ha sido tan peligroso como lo sois vosotros ni ha llevado armas tan terribles como las que vosotros portáis. Ningún escuadrón de caballería, ninguna nave vikinga se ha lanzado a un viaje tan audaz como el vuestro. La Tierra se abre ante vuestro ataque; os preceden el fuego, el veneno y unos colosos de hierro. Adelante, adelante, sin compasión ni miedo, ¡está en juego la posesión del mundo!”.

Ernst Junger, Tempestades de acero.

JAVIER SANTINI





Nuestro recorrido por el barrio de La Boca comenzó en las puertas del Hospital General de Agudos ¨Dr. Cosme Argerich¨, donde Rita Molinos nos posicionó a grandes rasgos en la época de construcción del edificio, comentándonos las características de su génesis. Sin haber visitado el interior, es fácil comprender que la presencia de este complejo tiene una importancia a nivel urbano, determinando la morfología de los alrededores, pero sobre todo dirigiendo el movimiento circundante.

A un paso del hospital nos adentramos en el Barrio Catalinas Sur, y es de notar la pertinencia del término barrio. Es sin duda un complejo habitacional inusual, donde las torres de viviendas (que, más allá de las particularidades constructivas y tipológicas, podrían ser comunes a otros conjuntos) se insertan en un proyecto más amplio que incluye no sólo equipamiento recreativo, religioso y educativo, sino que alcanza a la generación de verdaderas calles internas. La conjunción de todo esto logra generar un mundo aparte, con una dinámica y una calidad propias, es un barrio dentro del barrio.

Particularmente, la disposición de las torres y la diagramación de pasajes y parques me parecieron muy bien articuladas y proporcionadas. Me interesa la relación vecinal que pretende generar (y luego de la visita creo que está muy bien lograda), y me despierta la pregunta de si este tipo de proyectos tiene hoy en día algún tipo de posibilidad a futuro. Mi respuesta inmediata, y temida, es no. Hoy la densidad habitacional tiende, por una necesidad obvia, a ser mucho más elevada. De cualquier forma este punto podría llevar a un análisis más detallado.

Dentro del Barrio, y luego de recorrer las canchas de futbol y vislumbrar rápidamente a la Iglesia de los Emigrantes (con los murales de Cianciolo), llegamos a la Escuela Modelo Italo -Argentina ¨Carlos Della Penna¨, proyecto de Borthagaray. Si entrar al Barrio Catalinas Sur fue encontrar un mundo aparte, entrar en la Escuela fue descubrir un mundo dentro del mundo dentro del mundo. Citar el artículo ¨Sobre la escala humana¨ (de J.M. Borthagaray) me parece lo más atinado. Más allá de las particularidades y recursos arquitectónicos que hacen de este edificio un lugar único, la escala del conjunto y de cada elemento dentro de él es lo que captura la atención desde el traspaso del umbral. Cada detalle parece estar ¨hecho a medida¨ para sus ocupantes (los niños), y subrayo la palabra parece porque el uso de recursos meramente arquitectónicos (perspectivas, proporciones, encuadres) hacen que aún aquello que posee medidas estándar, parezca distinto y acorde a su posición en esta Escuela. Los reglamentos que limitan ciertas acciones en edificios de índole educativa se transforman sin duda acá en potencialidades de diseño.

Resumiendo, la Escuela se entiende pensada para sus ocupantes, a los que sirve en su totalidad.

Alejándonos ya un poco más, llegamos a la Fundación PROA, para ver la muestra "El universo futurista: 1909-1936". No me interesa mayormente profundizar sobre la remodelación y re-funcionalización de la Fundación, de cuyo proyecto conozco poco, sólo afirmar que es una obra en la cual los detalles parecen ser más atinados que la resolución de conjunto. La muestra fue interesante desde el punto de vista global, ya que contempló un paneo general de todas las manifestaciones artísticas y culturales de que el Movimiento Futurista fue partícipe.

En lo personal me ayudo a reconstruir un conocimiento base sobre este período histórico.



LAURA AMOR



Comenzar la cursada de la materia con visitas a diferentes barrios y edificios de la ciudad de Buenos Aires permite interiorizarse y ver lo tangible de esta historia argentina, ya que en años anteriores uno analiza y profundiza sobre arquitecturas de otros continentes y épocas.

Nuestra ciudad, a lo largo de los años, con su ocupación progresiva y su construcción cultural ha ido modificándose a través de los diferentes imaginarios urbanos. El barrio de la Boca es uno de estos lugares que se ha particularizado por ser uno de los primeros alojamientos y asentamientos de inmigrantes.

La recorrida comenzó por el barrio de Catalinas Sur, visitamos un conjunto de edificios con una interesante propuesta urbana y una fuerte tipología constructiva. Aproximadamente 20 monoblocks dispuestos de manera interactiva entre sí, generando espacios públicos y de recorridos realmente agradables. Esta potencialidad barrial que se presenta como panorama de un imaginario urbano es destacable en esta ciudad, ya que aunque haya algunos conjuntos como este (Barrio Los Andes, Bereterbide) son difíciles de encontrar. Proponen al barrio el encuentro, la interrelación, la recreación, la tranquilidad, el dejar de lado lo que es una metrópolis y pasar a una escala urbana de relaciones vecinales. También cuenta con una escuela, una iglesia, cancha de fútbol, y está cerca de servicios de transporte y salud. Luego de caminar por el barrio y escuchar a los docentes y las preguntas que surgían, entramos a la escuela Carlos Della Penna, realizada por J.M. Borthagaray, donde resalta el manejo de la mensura y la escala en la que fue pensada. En su entrada impacta una rampa principal como conectora de todos los niveles; patios interiores con aventanamientos que permiten la gran entrada de luz a todos los corredores. La escuela primaria cuenta también con un jardín de infantes donde todo parece más pequeño, todo a escala del usuario, en este caso los niños, las puertas, los baños, los bancos, mesas y ventanas. Tuvimos la oportunidad de entrar a un aula y aquí encontré lo que más me gustó: el sistema lucernario, una gran bóveda invertida, la cual permite la entrada de luz indirecta, pero intensa y llenadora del espacio. Así, se puede apreciar las intensiones del arquitecto, que pensó no sólo en un proyecto que responda a las comodidades y libertades del usuario sino también a la aplicación de sistemas de iluminación y circulación realmente interesantes.

Continuamos el recorrido en la Fundación PROA, ubicada en Caminito. Un museo que fue remodelado con estilo contemporáneo respetando y manteniendo el patrimonio del viejo edificio existente. Ya lo conocía al museo, el cual me gusta mucho, y tuvimos la oportunidad de ver una exposición: “El universo futurista 1909-1936”. Como la mayoría de los movimientos de vanguardia de principios del siglo XIX me pareció muy interesante, lo entiendo como un movimiento que en pocos años ha evolucionado velozmente, (con influencias de otras vanguardias como el cubismo y el impresionismo) con una ideología muy marcada donde no solamente se interesó en la pintura sino también en la escultura, lo textil y en la comunicación gráfica. Los cuadros realmente eran muy buenos, las técnicas de pintura y los mensajes bien marcados de cada uno de ellos. Según contaban en la recorrida es difícil encontrar obras arquitectónicas futuristas construidas, pero sí dibujos y planos proyectuales.

Investigando en arquitectura argentina de principios del siglo XIX encuentro en la obra de Francisco Salamone rasgos futuristas, en sus formas extravagantes y métodos comunicativos de la obra. La recorrida concluyó en la terraza de PROA, con la vista panorámica del Riachuelo y el barrio de La Boca, cerrando una crítica sobre la exposición y el recorrido por Catalinas Sur.

GUILLERMO PESAO





VIERNES 16.04




Me confieso una ignorante de la obra de Mario Roberto Álvarez. Esta ¨falencia¨ en sentido académico me permitió recorrer esta obra suya, el Teatro San Martín, con un ojo desprejuiciado o al menos no viciado por ninguna crítica. Por otra parte, mi desconocimiento no era sólo intelectual, no habiendo jamás ingresado al teatro, a no ser por algún vistazo repentino desde la calle Corrientes.

Dicho esto y evitando hacer un juicio de valor demasiado personal u obvio, lo que más me atrajo de esta visita fue el haber podido hacerla de la mano de un usuario directo del edificio, un usuario distinto al que podríamos convertirnos nosotros yendo a ver una obra. Aunque esta acepción podría resultar errónea. Ninguno de los participantes al recorrido supo a ciencia cierta la profesión de nuestro guía, pero por pocos comentarios dispersos, fuimos muchos quienes lo asociamos al mundo del teatro, y más particularmente al ¨mundo¨ del Teatro San Martín.

Y al escribir esto noto la recurrencia entre mis propias relatorías, al hablar de ¨mundos¨ en referencia a obras particulares. Es evidentemente esta una manera propia (si bien no inusual) de entender la arquitectura, como un organismo integral que se completa con su uso y las modificaciones que éste le provocan. Leyendo, posteriormente a la visita, algunas entrevistas al Arquitecto, noto con gusto que esta preocupación no le es ajena.

En referencia más directa a la visita, más allá de lo interesante de haber podido apreciar el teatro desde sus entrañas, fue para mí muy agradable conocer cómo quienes viven en el edificio han llegado a interiorizarlo y a apropiarse de él, llegando al extremo de crear un lenguaje propio al referirse a él (¨lado Paraná¨, ¨lado Montevideo¨), por más simple que esto suene.

Mi corolario es que la obra arquitectónica tiene sentido en tanto y en cuanto sea vivida, con todas las críticas que de ello puedan surgir. Y que la gente haga propio un edificio debería ser un fin deseable para cualquiera que aspire dedicarse a la profesión.

Me remito a una frase de Oscar Niemeyer: ¨Tal vez, algunas de mis obras le dieron a la gente común una sensación de placer. Eso es lo que pueden hacer los arquitectos. Nada más.¨



LAURA AMOR



Esta vez nos tocó visitar el Teatro San Martín del Arq. Mario Roberto Álvarez.

Comenzamos con una recorrida por la sala principal Martín Coronado, el diseño estratégico que requería esta sala es interesante: los diferentes mecanismos de flexibilidad para albergar diferentes escenarios, plataformas que suben y bajan en diferentes niveles; la acústica, la utilización de materiales como madera y hormigón; la disposición del escenario con una planta libre de 9 pisos de altura con pasarelas laterales. Luego el tercer cuerpo del edificio, de servicios, camarines, talleres, entre otras cosas, y accedimos a la sala Casacuberta, sala más pequeña pero de la misma formalidad que la otra.

Quiero resaltar el rigor formal de esta obra, su perfección en lo funcional, una estética ordenada. La proyección del teatro en tres cuerpos donde queda liberado el cuerpo intermedio con una altura de 9 pisos responde a una metodología muy interesante, separando el programa y al usuario haciéndolo así de gran funcionalidad. Construido hace casi 50 años sigue siendo el ejemplo de un museo equilibrado y de prestigio mundial.

Particularmente encuentro en Mario Roberto Álvarez una figura trascendental en la arquitectura argentina donde su estructurada manera de proyección ha dado buenos resultados, aunque soy aficionado a la arquitectura por decirlo de una manera ‘más plástica’, como la de Testa.



GUILLERMO PESAO



Lamentablemente, al primer recorrido llegué tarde y me perdí de cosas realmente extraordinarias, de las cuales pude apreciar desde otra perspectiva, gracias al aporte de mis compañeros y de los profesores.

Teniendo en cuenta este acontecimiento, decidí llegar temprano a la del Teatro San Martin, ya que no me la quería perder. Nos encontramos a las 9, cuando pasados unos minutos salió el guía y nos informo que nuestra recorrida estaba a punto de comenzar.

Al ingresar a la primera sala, la principal, fueron distintas las sensaciones que se produjeron, por un lado, porque personalmente nunca había ido, y por otro, porque cuando vas a ver una obra, ya sea cualquier teatro, el espectador no se da cuenta de las inmensidades de cosas que hay atrás de ese telón. Más allá de saber que era de Mario Roberto Alvarez, uno se da cuenta de que es una obra magnífica y que detrás de escena aun más se pueden descubrir diferentes cosas.

Pero también vale destacar las siguientes salas que vimos, mas allá que de menor escala que la primera, pero también tenían sus encantos y atracciones, uno podía apreciar que la relación de los actores y el espectador era mucho más directa y porque no decir, más agradable.

Nuestra recorrida termino con un café, en el tan conocido bar “El Gato Negro” con una charla sobre Mario Roberto Alvarez y algunas de sus obras.



ROMINA LAMAS